lunes, 3 de noviembre de 2008

Amarraditos



Me pregunta un amigo al hilo de la entrada anterior, que si en la verdadera amistad el tiempo y el espacio (qué einsteniano te ha quedado eso, Juan) no son barrera, por qué en el amor no sucede lo mismo.

No tengo ni idea. La verdad es esa. Pero hay varias hipótesis con las que podemos avanzar una respuesta:

Porque el amor necesita de un componente físico. De hecho los amores… vamos a llamarlos corteses, los amores epistolares, tan del romanticismo, pero también tan medievales, el caballero sirviente y todo ese rollo, supuestamente sí aguantaban al menos la distancia. El caballero luchaba por su dama, hacía sacrificios por ese amor puro, prístino… En verdad, el caballero hacía lo que podía con todas las demás, pero mantenía ese referente de pureza como objetivo, como ideal de amor. Así que en realidad la pregunta que cabe hacerse es si esas relaciones hubiesen sobrevivido de no haber distancia de por medio, o de no haber podido el caballero ventilar la cuestión física del asunto en otras torres no tan elevadas, pero igualmente acogedoras. Lo que nos lleva a la otra mitad de la naranja…

¿y la dama? ¿a qué se dedicaba mientras tanto? Pues a languidecer en la torre. No por falta de ganas, vive Dios. Pero si por falta de oportunidades. Así que toda esa energía reprimida se iba en suspiros, en novenas a Santa Rita y de vez en cuando en sonados escándalos ¿Cuántas Regentas no han cabido en los libros?

Porque el amor necesita exclusividad. Los amigos, esos de los que hablamos antes, los que no ves en un año pero los sientes tan próximos como el día que os separasteis, tienen vidas al margen de la tuya. Tú no eres (a Dios gracias) una constante en su pensamiento. Tienen más relaciones. Muchas de ellas tan especiales y entrañables como la que os une a vosotros dos. Y (a poco normal que seas) no se te ocurre sentirte celoso por ello. Antes al contrario. Te alegras sinceramente de que la vida de tus amigos sea plena y esté repleta de gente que les quiere y apoya. Que les quiere y apoya a tu mismo nivel. Ahí está la madre del cordero ¿a tu mismo nivel? ¿Toleras que alguien quiera y apoye a tu amado a tu mismo nivel? ¿Soportarías que el amor y la complicidad que siente contigo se reproduzca en otra relación?... Grrññññ, espinosa cuestión. Los celos, un cierto nivel de celos, parecen hasta saludables. No ese comportamiento enfermizo que lleva a algunas personas a no permitir que sus contrarios le dirijan la palabra a nadie más so pena de llevarse una andanada de sartenazos. No. Me refiero a desear un nivel de exclusividad en la relación. En el sexo, en la convivencia, en determinados niveles de intimidad. Seguro que hasta hay una explicación antropológica para ello, como que es una garantía de continuidad en el suministro de comida para la prole, o de protección para el clan, o algo así. Así pues la segunda hipótesis implica cierta proximidad y cierta continuidad en el trato para darse esas condiciones de exclusividad. ¿no?

Porque el amor romántico necesita alimentación continua. En realidad está relacionada con la primera hipótesis, pero a un nivel más espiritual. Por no decir ñoño. Cuando estamos enamorados necesitamos esa confirmación continua de reciprocidad. Eso que visto desde fuera es tan vomitivamente cursi, pero que vivido en primera persona es la gloria. Todos los “te quiero”, “pero yo más”, todos los achuchones y las risas sin motivo, son verdaderamente difíciles a quinientos kilómetros, o si los distancias tres meses. Superada la fase más tonta del enamoramiento, con la cabeza (y lo demás) más templado, puede que se vaya haciendo más fácil la distancia. Pero el amor que queda se basa en gran parte en la convivencia, en los proyectos comunes (o eso decís los casados) así que sin comunicación constante, me imagino que también se hace un poco cuesta arriba.

En fin, que no es lo mismo. No se si estas pueden ser respuestas. Ni siquiera se si hay una respuesta acertada. Pero todos entendemos que el amor, por mucho que digan, no es amistad, aunque la amistad sea una condición del amor (que no del enamoramiento).

Pero además seguro que hay miles de excepciones a todo lo anterior. Amantes valientes que soportan separaciones largas y que cruzan océanos de tiempo para estar el uno junto al otro. (Me voy a ver Drácula, hasta luego).

Vale, ahora os toca a los demás ¿qué decís?

17 comentarios:

Juan dijo...

No sé si es la respuesta correcta, pero es tu respuesta y me ha encantado. Un 10 como una casa. Perfecto. No puedo debatir nada porque es redondo.

Enhorabuena y muchas gracias.

Un abrazo

Kaken dijo...

Que curiosa coincidencia, Ina, soy fan del cuadro de "El beso".
No puedo decirte más que me ha encantado tu análisis, tanto en forma como en contenido.
Has hecho un recorrido lúcido y completo.
Me admira tu inteligencia, he disfrutado leyéndote.
Un bes

Celadus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eli dijo...

Un análisis bastante lúcido, Ina. Y creo que llevas gran parte de razón. Pero no todas las parejas se basan en los mismos principios.

¿Sabes porqué el Clon y yo llevamos tantos años juntos tolerando igual de bien la cercanía que el estar separados? Porque fuimos amigos antes que amados, y porque esa amitad sigue estando en la base de nuestra relación.

¡Oh! No quita que a veces no pasemos malas rachas. Hasta con las mejores amigas se llega a discutir. Pero siempre, siempre volvemos tratando de corazón de no perder lo que tenemos.

Bueno, espero que la opinión de esta casada te sirva para aclarar algo. ^_º
Besos!!!

Celadus dijo...

Me parece un análisis tremendamente lúcido, Ina. Tampoco se si es la respuesta correcta, pero al menos tu tienes una respuesta posible. Yo no tengo ninguna. De hecho, tu pregunta me plantea nuevos interrogantes, más que respuestas. Por ejemplo: ¿podemos llamar amor a nuestro modo de relacionarnos en pareja?¿o quizá deberíamos llamarlo de otro modo? Es evidente que en toda relación de pareja existe un componente de afecto, cariño y respeto -o debería existir- pero también una recíproca satisfacción de esas necesidades elementales de afecto, cariño, de sentirse comprendido y amado, de sentirse "necesario" y especial para la otra persona y viceversa. La pregunta es si realmente amamos a la otra persona por lo que es o si lo que realmente amamos es el placer que nos reporta la satisfacción de esas necesidades. En otras palabras ¿puede haber amor que no sea incondicional?¿Es posible el amor incondicional o es solo una entelequia?
Bueno, lo dejo aquí que me estoy embalando, jajajaja.
Saludines.

P.D. El comentario es el mismo que borré, solo que he editado algunos errores gramaticales ;)

Kaken dijo...

Ya me has liado del todo, Cel, jajaja¡
Ea, me toca echar humo¡

Alberich dijo...

...
Aunque me niegue a creer q no sea posible, creo q tienes razón.
Y está tan lúcidamente expuesto q no se puede añadir nada más.

M voy a ver Drácula.
Y luego...los puentes de Madison
yyy...

Lal dijo...

Preciosa y magistral entrada, Ina. Me dejas como al resto, sin nada que añadir, salvo un aplauso.

Juan dijo...

Lúcida respuesta de Ina a mis preguntas. Lúcidas preguntas de Celadus a una lúcida respuesta.

Creo que se te acumula el trabajo Ina, jajajaja, porque estas preguntitas tienen miga.

Tengo mis propias respuestas, pero prefiero esperar las de Ina.

Un abrazo.

Ina dijo...

¿Pero qué os pensáis, que soy el oráculo de Delfos? jeje. En serio, trataré de contestar:

Ni p*** idea.
Sospecho que no podemos amar sin proyectar parte de lo que somos y de lo que deseamos. No se puede amar sin tener consciencia de uno mismo (¿os acordáis de las moscas?. Sería más bonito decir que si, pero yo no lo creo posible.

Por cierto. Gracias a todos por los comentarios, no pensé que el tema fuese a dar tanto de si. ;)

MacVamp dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
MacVamp dijo...

Dicen que la distancia es el olvido... o al menos, así reza un conocido bolero :p

Amantes con cojones, debe haberlos, pero creo que el amor si no se alimenta con la cercanía (no por narices, sino porque se desea y se procura) se va a la mierda o de tanta languidez, termina marchito.

Me da mucho gusto que haya casos como el de Eli, pero sin duda son los menos. El amor se alimenta de los pequeños detalles diarios, de esos que a veces suenan a demostración de rutina pura y dura, jejeje, pero que son la marca que identifica a nuestras respectivas parejas.

En la distancia, tendemos a idealizar y es probable que en nuestra mente construyamos el reino perfecto con el príncipe o la princesa perfectos. Y cuánto cuesta enfrentar la realidad. Quizá por eso hay tantas parejas que aseguran no importarles la distancia física. Quizá en el fondo sólo buscan no darse de bruces con la realidad.

Un abrazo,
Mac

Ina dijo...

Lo has explicado mucho mejor que yo. Lo que pretendía con la chufla de la torre y la dama lánguida y el caballero "servant" era retratar eso de la idealización que tu tan bien has dicho ¡Gracias McVamp!

Lenka dijo...

Ina, preciosa entrada, lúcida, inteligente y brillante. Y sin los trescientos líos y recovecos en los que yo suelo meterme cuando intento explicar algo así... qué envidia!! Me ha encantado.

Yo también creo que nos proyectamos en el otro en gran parte. Que buscamos un ideal, la perfección. El ejemplo de la dama y el caballero es perfecto. Ambos aman lo que sueñan del otro, lo que no tienen, un ideal inmaculado, inalcanzable. En esa pureza y ese imposible basan la perfección. Por qué no ama el caballero a sus damiselas ocasionales? Porque las tiene. Porque ya no hay nada a lo que aspirar. Esto puede sonar a la moraleja de las abuelas, todo aquello de hacerse valer y no ser facilona ;-) Pero creo que va mucho más allá, habla de rutinas, de realidades, de mitos destronados, de descubrir, asumir y aceptar los defectos del otro (y los propios). Creo que esa aceptación implica madurez, implica amor (que no enamoramiento) y, si no lo hace "incondicional", se acerca bastante. Se parece a la amistad en la necesidad de "sentirse amado a pesar de todo", en esa aceptación, pero sí, creo que precisa la cercanía, una reciprocidad más inmediata que la amistad. Quizá el amor es una amistad más urgente.
(Me voy a la cama, creo que estoy desvariando!!!)

Alberich dijo...

...

Sin embargo, algunos nos enamoramos hasta las trancas de personas q están lejos...
Macabra broma del destino!

:(

Kaken dijo...

Se podrían decir muchas cosas sobre este tema, pero tan bien como lo haceis, lo dudo..
Aunque no dejo de pensar en las preguntas, sin saber si alguna vez obtenga (mis)respuestas, al hilo de lo que decís se me ocurre oootra pregunta.
Cuando el amor no se rompe, si no que fallece el ser querido ¿ qué ocurre con ese sentimiento?.
Un bes, gracias Ina por este rinconcito.

Sra de Zafón dijo...

Qué bien te expresas, Ina, qué bonito dices todo. Llego aquí saltando de los blogs de Lenka y Juan. Muy buena respuesta.
Yo creo que en el amor de pareja se da unas condiciones que no se dan en ninguna otra manifestación del amor.
Yo echo de menos a mis amigos, a mis hermanos, pero nunca siento urgencia, con mi chico sin embargo...
También ocurre otra cosa muy curiosa y es que el amor que siento por él no es algo que esté en mí con la certeza del que siento por mi hijo, o por mis amigos. El amor que siento por mi pareja tiene mucho que ver con el que él siente por mi...y eso que soy de las que conscientemente creo que el amor es dar y saber recibir... sin embargo tengo muy claro (por experiencia propia) que en pareja, cuando no me siento amada yo también dejo de amar.Supongo que es la higiene mental que menciona Juan en su blog.